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De Argentina a las Antillas, El Aleph

« Quiza los dioses no me negarian el hallazgo de una imagen equivalente,
pero este informe quedaria contaminado de literatura, de falsedad. »
« Temi que no quedara una sola cosa capaz de sorprenderme, temi que no me
abandonara jamas la impresion de volver. Felizmente, al cabo de unas
noches de insomnio, me trabajo otra vez el olvido. »
El Aleph-Borges

2 de diciembre 2015

Cerré los ojos y entonces vi El Aleph...esta semana volví a leer este famoso cuento de Borges, y una vez más quedé perpleja. Ni particularmente emocionada ni totalmente sorprendida, el relato es ciertamente excelente, pienso que existe El Aleph en Argentina, aunque Borges haya tenido que decir que no. Pienso que existe El Aleph en Algeria y también en Nueva Guinea. No pienso que uno sea falso y otro verdadero, sino que son el mismo pero en diversos lugares sin realmente estar ahi, o quizá sí, pero no podemos dar cuenta de ello.

Sin embargo El Aleph no esta en todas partes ; podria encontrarse en una estacion de metro poco cuidada, muy frecuentada de dia y desierta de noche, pero no en una combi ; ni en un salon de clases ; ni en un museo ; pero sí en un sotano (como sucede en el cuento) y también en ciertos lugares espirituales (desde la vista de un lago hasta en una mesquita).

Algunos ven El Aleph en su vida y tratan de transformar su visión en poesia, literatura o filosofía. El lenguaje se vuelve medio de comunicacion y el mensaje mismo, cada símbolo remite a una serie de referentes comunes y no tan comunes. El escritor transmite lo visto, o cree hacerlo, en la medida que su memoria retiene la imagen y su pluma entiende como ponerla en papel. El lector trata de ver en el símbolo el pasado común entre él y el escritor, o no trata nada en absoluto (lo que quizá sea el vicio del lector hembra - cf. Julio Cortázar). El resultado de tal ejercicio podría entenderse como pedantería si está mal ejecutado, o como locura por la falta de relación entre las imagenes evocadas, o como un despunte fantástico de genialidad, después frustrada de no poder volver a evocar lo visto en la memoria.

Lo propio quiza sería callarse, ante el riesgo de contaminar el informe de literatura y falsedad. Aunque habiendo tenido la oportunidad de ver un conjunto infinito de elementos, es decir tras haber podido verlo todo en su infinita precencia, sería extraño no buscar comunicárselo a alguien, la cuestion es ¿cómo ? Comunicar El Aleph desafía al lenguaje y a la inteligencia, todos los puntos superpuestos deben transcribirse de manera secuencial, la literatura, siendo mayormente estructura, no halla otro modo de representación. ¿Se dará ahí la falsedad ?

Mi vuelta al cuento me remite a otras historias, historias de migración, esclavitud, colonialismo, revolución e independencia. Relatos que a veces se ofrecen como secuencias históricas, rara vez sobrepuestas, y que podrían situarse en un mismo punto, donde cada actor podria escribir su historia sobre la de los demas, porque al final se situa en el mismo punto. El relato del soldado francés que vive en San Domingo escrita en el mismo lugar que el relato del mulato burgués o del esclavo en el campo. Sería posible que todos escribieramos al mismo tiempo y en el mismo lugar una historia sin principio, ni fin ; una historia infinita en sus relaciones, ilimitada en el lenguaje, en su espacio y en su significado.

Quizá no podríamos retener tanto, no podríamos pensarlo por mucho tiempo y en poco tiempo nuestros escritos se transformarían en una bestia informe. Pero es posible que retengamos lo suficiente para dudar de toda manera de relatar un suceso, y a la inversa, de toda manera de leer un suceso. Me gusta volver a un texto que he leído multiples veces y notar que me provoca ideas completamente nuevas. La idea de un encuentro con El Aleph me transporta ligeramente hacia la idea de Cielo y de centro en Rayuela de Cortazar. Un Cielo que hubiera sido revelado, un Cielo que evoca la perfección del estilo la posibilidad de decir lo que se quiere decir y de hacerlo, un Cielo al que aspiramos. Y el centro en el que normalmente nos situamos sería mas bien El Aleph, que es un centro sin serlo, puesto que no habría centro. Y el escritor, con cada cuento, se acercaria del Cielo, sabiendo, al mismo tiempo que jamas volverá a estar tan cerca que cuando tuvo la revelacion primera. Antes que la memoria le fallara, antes que la literatura se apoderara del todo de su impulso de transcribir este mundo.

Me transporta tambien hacia la idea que no hay historias centrales ni principales, no hay jerarquías entre relatos históricos, sino que todos se relacionan y generan una red compleja de realidades. Aquí me acerco a las ideas de Edouard Glissant, al pensamiento « archipelico » es decir no sistemático, intuitivo, exploratorio y sin jerarquías. Exponiendo nuestras palabras en archipiélagos, asi como las personas, las culturas, etc. sin que ninguna sea realmente el centro, estando en el mismo lugar (aunque no). Se me occurre que todo eso podría sobreponerse, la historia digamos de las Antillas, podría escribirse no sólo archipélicamante pero dentro de una esfera, finita y sin limites donde todo converge : El Aleph.


Y por eso, difiero de Borges en el cuento, no pienso que un Aleph pueda ser falso o otro verdadero, ni que su presencia en un lugar impida que esté en otro. Es uno, cierto, pero puede verse en distintos sitios y si se ve, queda por descubrir que haríamos con tanto conocimiento.

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