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Mostrando entradas de mayo, 2011

De sueños y pesadillas

Hoy me desperté creyendo que era la misma de ayer, me senté al borde de la cama y el sol ya me daba en la cara. Puse mis pies en el suelo frío y con el cuerpo medio dormido intenté levantarme. Mis piernas no quisieron hacer nada por mí, me quedé sentada, con la mirada perdida pensando que después de todo no sería extraño ser otra hoy de la que fui ayer. Recuerdo que me costaba trabajo mantenerme de pie, y que no había lugar donde sentarse. Las cosas se veían con una luz casi café y la gente era gris. Me veían como se ve un árbol descuidado, sin verme. Hubiera querido sentarme, pero no había lugar, estaban todos tan bien acomodados, el brazo en el descansabrazos, la mano entretenida con un vaso o un cigarro; las mujeres cruzaban las piernas, los hombres cambiaban de postura según se acercara o distanciara la mujer. Quería caminar pero mis piernas habían decidido dejarme allí plantada en el centro de la habitación. Todo pasaba lentamente, la casa no era ya una casa, no estaba en ningún l

Indigestión

No, no soy yo la que escribe,  tampoco la que está aquí sentada,  haciendo poco o nada,  perdiendo el tiempo,  imaginando que mañana no amanecerá. Quién eres tú, sino, el que lee y se olvida del escritor. No son mis palabras ni mi pensamiento,  todo lo que no puedo decir,  es imposible leerlo sencillo, no lo he pensado aún.

Escape velocity

El mar se ve tranquilo, el coche no se detiene, vamos a lo largo de la costa, buscando faros y muelles abandonados. Las viejas bocinas hacen temblar el vidrio quebrado, el electro-pop nos deja en silencio, me pierdo entre la espuma de olas lejanas, de ideas inconexas. Las manos no guían al volante, se sostienen sobre este, el camino se escapa se nos van los retornos y las indicaciones. Vueltas peligrosas, terreno resbaloso, zona de armadillos, nada, l´esprit anéanti. Nos sobran las palabras y por eso no hablamos, somos sujetos sentados en un automóvil con asientos de cuero rojo deslavado, si tuviéramos algún destino ya hubiéramos llegado. La gasolina se evapora, el auto chilla por falta de aceite, los frenos están calientes, esto no va bien, pero no haremos nada al respecto. El vidrio tiembla. Se construyen muros de desencanto entre nosotros y alargamos nuestros cuellos desesperados por vernos aunque sea la punta de las ideas. La mano atraviesa el muro y se transforma en puerta del si