En ti han reencarnado
nuestros antepasados, eres la gota de agua milenaria que se aparece cada mañana
con el rocío, la gota de agua que se escapa de la cascada y la que se queda
suspendida entre mis labios antes de volver a perderse en el infinito. Eres el
suspiro que precede los buenos recuerdos y el último grano de arena que cae
tras la tempestad arreglándolo todo.
Te vi y eras
energía pura. Me uní a ti, como una de esas cosas inevitables, sondeando el
camino que nuestros antepasados ya nos habían trazado. Tú sabes siempre más y
dices siempre menos. Te pierdes en el tiempo, navegas, me transportas. Y yo sé
que tengo el poder de compartir profundidades oscuras o claras contigo. Sé que
los demás piensan que nunca nos apagamos, que fluimos sin obstáculos y qué
nunca dejamos de volar.
Me gusta saberme
tan viva como tú, tan plena como tú, tan sabia y joven como tú.
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