El lápiz se resbalaba de su mano. El calor en el salón era
sumamente desagradable y ni un poco de aire pasaba por la ventana. Sumado a
esto estaba el nervio del examen, las hojas se encontraban sobre la mesa del
profesor y los ojos de los alumnos se posaban en ellas y en el reloj de manera
alternativa. Melissa sentía la seguridad volver a ella, eran cosas que sabía a
la perfección no tenía que preocuparse por eso. El único reto era enfocar toda
su energía en las preguntas sin contemplar su pertinencia o no.
No dejaba de cuestionar su presencia en aquel lugar.
Consideraba injusto que le pidieran justificar de esta forma que merecía ser
considerada para determinados puestos, esas aptitudes estaban en ella. No le
gustaba que la pusieran en duda. Además la idea del fracaso la perseguía, ¿si
fallaba la prueba qué pensarían de ella? Más allá de lo que dirían los demás
estaba el hecho de que no podría ser parte del sistema. Se le iría la
oportunidad para ser considerada en los grupos a los que buscaba pertenecer y
para hacer lo que se consideraba apta de hacer. Aunque reconocía que el éxito
en esta prueba tampoco le garantizaba mucho, simplemente le hacía posible
aspirar a realizar sus sueños.
Consideraba que existían personas hábiles para esta clase de
exámenes, pensaban de manera más clara según ella. Su problema era que no sabía
pensar de manera sencilla, todo lo tenía siempre revuelto en su cabeza. El
calor la incomodaba realmente, no sabía qué hacer con su cabello y lamentaba no
tener una liga. El examen era de opciones múltiples, justamente los que más
odiaba ya que tenía la teoría de que casi nunca se podía elegir una sola
respuesta, pasaba que eran dos o ninguna. También sucedía que su cuerpo le
estorbaba, no manejaba bien esa temperatura, hubiera querido ser solo espíritu
y eso no le ayudaba al momento de tomarse las preguntas seriamente.
Fue entonces, casi al final del examen que recordó una de
las tantas cosas que Saúl le había dicho, y es que en realidad no tenía nada
que demostrarle a nadie. No la estaban cuestionando a ella, sus habilidades o
conocimientos no la definían absolutamente. Se trataba de una apuesta, además
de la calificación aprobatoria o reprobatoria había algo más en juego. Apostaba
en contra de todos los fantasmas que le decían que no podría hacerlo. Podía
ganar o perder pero lo más importante estaba hecho, había puesto en duda todo
lo que la supuestamente la condicionaba.
Si había fallado anteriormente era porque no lo había
entendido aún, ser examinada no era lo que le daba sentido a su vida sino un
simple medio para llegar a él. No le quedaba ya mucho tiempo, si quería
terminar tendría que avanzar sin volver a pensar en las preguntas. El aire le
parecía menos pesado y el cuerpo menos molesto. Melissa estaba a punto de terminar
la desagradable prueba, podría ir a un café y regalarse algo, se lo merecía. Su
destino ya no dependía de esto y eso la ponía feliz.
Me gusto, me gusto y me gusto harto.
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