“If you´re never sorry then you can´t be forgiven;
if you´re not forgiven then you can´t
be forgotten;
if you´re not forgotten then you can live forever;
if you live forever you´ll begin to dream of death…”
Regina Spektor- Pound of Flesh
No es la primera vez que la voz de Regina me
cautiva, esta vez con su canción Pound of
Flesh, cuyo título nos remite a aquella célebre frase tomada del Mercader de Venecia de Shakespeare. Sin
embargo el juego de referencias no para ahí, quien exige el pound of flesh es Ezra Pound y ahí sólo empieza la serie de
reflexiones que pueden hacerse en torno a esta bella canción.
En la obra de Shakespeare, El mercader de Venecia, Shylock un prestamista judío exige como pago una
libra de la propia carne de Antonio. La frase es conocida a partir de esa
escena como una forma de exigir un pago desmedido aunque legal. Por otro lado,
Ezra Pound fue un reconocido poeta americano, que además de ser querido por su
pluma fue criticado por antisemita. Es Pound quien pide a pound of flesh en esta canción. Situación extraña considerando
que es una frase originalmente enunciada por un prestamista judío.
Ezra Pound pide una libra de carne para cubrir sus
huesos, en sentido literal. Pound en la mente de Spektor parece querer volver a
nacer, quiere cerrar la etapa antisemítica de su existencia. Quiere ser
recordado como poeta, renacer en la mente de sus admiradores por sus obras. Renacer,
volver a tener la oportunidad de actuar sin cargar con el peso de las acciones
del pasado: “if you live forever then you can´t be reborn…” Regina le da una
libra de su propia carne al poeta porque ella también es poeta y no hay ninguna
acción más bella que la de ayudar a un amigo. Así el sentido inicial de la
frase a pound of flesh se desdibuja:
entre amigos no hay favores que se cobren poco o demasiado caro. Los favores
entre amigos no tienen medida ni costo, Regina parece querer quedarse
únicamente con la imagen de un Pound ilustre, puesto que ese es su amigo.
La idea de que podamos existir eternamente con la
carga de las consecuencias de nuestras acciones resulta perturbante. Saber que
no se es libre por la eternidad es angustiante, pero para salir de esa existencia
angustiante se debe saber pedir perdón. Quien pide perdón deja detrás suyo el
peso de la responsabilidad de sus errores y tiene nueva energía para actuar
mejor. Quien pide perdón es liberado en cierto modo de las consecuencias de sus
acciones y al mismo tiempo adquiere una relación con quien lo perdona. Quien
pide perdón y es perdonado quiere cambiar su modo de actuar.
Como
dice Hannah Arendt en The Human Condition,
“without being forgiven, released from the consequences of what we have
done, our capacity to act would, as it were, be confined to one single deed
from which we could never recover…” Volviendo a Regina, si uno no pide
perdón no puede ser perdonado ni olvidado; si no somos perdonados toda acción
futura será valorada de acuerdo a lo que hicimos. Nuestras acciones son
irreversibles, el único modo de remediar los errores es a través del perdón. Si
uno no perdona existe en el odio, compromete la diversidad de sus acciones a
tener una sola motivación: el rencor. Para salir del horror de lo irreversible
y de la eternidad debemos acudir a nuestra capacidad para pedir perdón y ser perdonados. A no ser
que prefiramos ser recordados sólo por nuestros errores y nunca por nuestros
logros.
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