Los ojos llenos de sangre, la idea fija de acabar con todo desde las entrañas. Sí dejar de ser esto que se es todo el tiempo y cada vez, la misma cara frente al mismo espejo estúpido. Y las palabras que nunca fluyen, son solo veneno. Un cerebro plagado de cicatrices, herido en sus memorias, una máquina descompuesta. La inteligencia del genio desperdiciada por emociones vertiginosas.
Y de vez en cuando hundirse en el lodo, en la basura visceral, y buscar un poco de aire fresco fuera de este cuerpo. Limpiarse con la fuerza de una tormenta y crecer con su enojo para eliminar todo desde la raíz. Autodestruirse para renacer.
El hombre sólo es libre en la medida en que se inventa así mismo. Sartre. Me recordaste a él. Y a mí, que sé de peleas con mi espejo estúpido. No me habla. Le da por imitarme y hacerme creer que me veo como una bestia. Peor aún, me da por creerle.
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