Uno de mis
mejores amigos me contó que en sus clases de teatro le pidieron elegir una
noticia internacional y explicar a sus compañeros por qué le había parecido
importante. Lo que le sorprendió del ejercicio fue que la noticia que él y sus
compañeros habían escogido respondía a un tema con raíces muy profundas en sus
corazones. Así que al elegir una nota sobre los niños hambrientos de Somalia no
era la situación solo de estos niños la que resultaba interesante, sino la
semejanza que el alumno había visto entre estos y sí mismo de pequeño.
Aunque el chico
en cuestión probablemente no sepa lo que es pasar hambre en Somalia su mente
recordaba que de bebé había llegado a quedarse sin comer por la mala situación
económica que pasaban sus padres. Cierta o no esta teoría consideré interesante
guardarla en mi mente, porque ayuda a darle sentido a ciertas decisiones. No
que explique los motivos detrás de acciones aparentemente azarosas, sino
simplemente considero que nos ayuda a entender las tendencias de ciertas de
nuestras decisiones. Y eso último puede llegar a dar cierta tranquilidad.
Y justamente la
mayoría de las veces busco un poco de tranquilidad, quizá debería estar detrás
de la verdad (sí eso escribí). Pero me conformo con poder darle una explicación
a mis acciones en la tierra y al rumbo que le estoy dando a mi vida; si es
verdadera o no queda fuera de mi escaza capacidad intelectual. Todo esto para
contarles que algo que he hecho por años y que había tomado por un defecto
podría ser uno de mis mayores atributos.
Siempre he sido
la chica que quiere ser parte de todos los grupos, claro hay sociedades que no
me atraen y con las cuales no podría ir más allá de un cortés “hola”, pero en
general me encanta poder estar un poco en todas partes. Eso no tiende a ser
bien visto ya que pareciera que mi compromiso con cada grupo es variable o que
en realidad no me entrego enteramente a nadie, sin embargo eso es falso. Aprendo
mucho de cada persona con la que me relaciono e intento en la medida de lo
posible transmitir lo que he aprendido a lo largo de estos intercambios a los
demás. Sé que no siempre es posible hacer esto pero es algo que simplemente
sucede.
Y eso que pasa
con mis amigos me pasa en el mundo profesional e intelectual también. Por
momentos siento que quiero unir mundos incompatibles, hasta que me encuentro
con más gente con mis inquietudes y tengo energía para seguir intentándolo. Es
un arte que debo perfeccionar pero adaptarme y adaptar lo que aprendo de todos
los lugares a los que pertenezco es uno de mis mayores atributos. La
explicación más sencilla a esta forma de actuar se la debo a mi doble
nacionalidad y como es la más breve también con esa explicación me quedaré. Sé
que hay personas con familias más diversas en cuestiones de nacionalidades y no
todas han desarrollado mi manía, pero tendrán las propias.
Como toda idea
aparentemente brillante esta llego a mí junto con miles de ideas más en un
momento de pesadez mental y cansancio. La lectura de libros no precisamente positivos,
leídos en poco tiempo y a miles de kilómetros de casa llega a tener un efecto
catártico. Sin motivos para llorar ni ocupación para despejarme, dejé a mi
pobre corazón enfrentarse a todas las cuestiones sobre su pasado, presente y
futuro sin ser capaz de darle algunas palabras de consuelo. Esta vez fue Camus,
con La Chute, quién me ayudó a poner
todo en su lugar junto con una entrevista de trabajo (en un lugar que no mencionaré
porque aún quiero sentirme dueña de mi alma).
La conversación
que sostiene el personaje de Camus con el lector (o con el otro abogado,
ustedes decidan) me llevó a un punto de reflexión insostenible e incongruente,
excepto por el hecho de que ahora me sé dueña de un arte y no de un
despreciable defecto.
Oui, l’enfer doit être ainsi : des rues à enseignes et
pas moyen de s’expliquer. On est classé une fois pour toutes.
El infierno es
ese lugar que describió Sartre llamado el otro, lo que establecen los demás que
somos y frente a lo cual podemos hacer poco. Ser clasificado a la primera, eres
esto o aquello…pero Camus no se dejó llevar por ese camino, eso era cosa de
Jean-Paul. Pensamientos como ese, y otros más opacos, me llevan a pensar que
cambié de continente para evitar el infierno. No que este esté en México,
porque de haber nacido en Francia diría que estaba aquí, el infierno puede estar
en todas partes. Me gusta ser parte de las más cosas que pueda porque así me
alejo del húmedo y frío infierno que aparece en La Chute.
Me acordé de mi amigo y de su clase de teatro porque por primera vez vi cierta unidad en todas las decisiones que he tomado en mi vida. Cada vez tomo el camino menos evidente para hacer las cosas que me interesan y no podría explicar por qué me parece la via más sensata. El hilo conductor de mis decisiones debe tener una raíz muy profunda relacionada con el hecho de siempre pensar en dos idiomas, ser considerada como extranjera en mi país, entre otras cosas que al final me han hecho sentir que debo constantemente justificar mi pertenencia a cualquier lugar.
La gente que me
acepta me ofrece una visión de mí misma que nunca hubiera conocido sin su
ayuda. No sé qué les ofrezco, me entrego a ellas pero ignoro si lo que lleguen
a vivir conmigo sea tan valioso. A menudo estas personas salen de los contextos
iniciales en las que las conocí y es allí donde veo mejor que son un universo y
no puedo encajarlas en ninguna parte sin cometer algún error, las percibo como me podría percibir a mí misma: fuera del espacio. Es esa la magia
de adaptarse, no dejo de aprender y de sorprenderme. Ahora que pienso saber
todo eso, me parece más clara mi necesidad de ser parte del mundo francés, me
he sentido fuera mucho tiempo. Encapsulada en la idea que me hago de mí y en
cierto modo incompleta.
"En un lugar que no mencionaré porque aún quiero sentirme dueña de mi alma". Bien dicho (no dicho).
ResponderEliminarYei saludos Federico!
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