Toda mi debilidad expuesta ante el cielo frío y estrellado, mi vulnerabilidad se expande a lo largo y ancho de la tierra. El viento pasa por encima y no se da cuenta de nada. Me quiebro y mi lamento suena a un trueno. Los paganos creen que el cielo se ha enojado no pueden escuchar mi llanto, piensan en las consecuencias que podría tener una tormenta sobre sus cultivos, pero no piensan en mí. Yo la diosa que debe escuchar sus plegarias, yo la diosa que se ha olvidado a sí misma a tal punto que la divinidad le parece ajena. Sólo saben leer el enojo, conocen a los dioses furibundos y les son devotos. Pero no hacen caso a quienes se presentan débiles, quienes con mayor sutileza muestran sus debilidades y piden auxilio entre lágrima y lágrima. Por años mi cuerpo no ha sido más que una fachada, he sido todo lo que han querido hacer de mí, y por mucho tiempo eso me ha alagado. He recibido los más dulces regalos pero siempre bajo alguna de mis formas. Me han considerado fuerte, et...
Sigo buscando el principio de mi historia.