"Alise sourit. Ses yeux étaient humides.
-Où pars tu? demanda-t-elle.
-Pas loin, dit Chloé. Dans la montagne.
Elle se tourna sur le côté gauche.
-Tu l´aimes bien Chick?
-Oui, dit Alise. Mais lui aime mieux ses livres.
-Je ne sais pas, dit Chloé. C´est peut être vrai.
Si je n´avais pas épousé Colin j´aimerais tellement
que ce soit toi qui vives avec lui.
Alise l´embrassa à noureau."
L´écume des jours Boris Vian
Somos hechos, soy un hecho, soy la acumulación, choque, conjunto entrelazado de hechos. Puedo verme en tus ojos como cuando uno se ve en un espejo de agua, siempre un poco distorsionada. Me veo a mí misma y veo mi diferencia con el reflejo. Tus ojos son mi espejo y no sólo tus ojos; sino los de él, los de ella, los de las personas que quiero. Siempre me ha extrañado saber que cruzamos los mismos caminos, que nos estremecemos antes las mismas cosas y que amamos de manera casi idéntica. Nuestros caminos son paralelos y nuestras acciones son análogas a las de esas personas en las que nos reflejamos. Mi andar se parece al tuyo, pero no es tu andar, es mío, lo sé porque la diferencia es patente, aunque soy incapaz de describirla. Mis manos se mueven como las tuyas, pero cuando te veo hacer algo con ellas quedo convencida de que no soy yo, sino tú la que se mueve.
Soy yo, eres tú quién ama; amas su reflejo en ti y el tuyo en su mirada. No lo he olvidado, ni te he olvidado a ti. No al hecho, no a la enredadera que nos conforma, define, describe y dice tan poco de nosotros. No he olvidado tu imagen, indescriptible y aterradoramente bella. La sigo viendo por momentos, cuando la bruma espesa que te envuelve desaparece. Recuerdo su luz, una llama al fondo de una mirada turbia que no me ve ni se ve a sí misma.
Somos tanto de lo mismo y al mismo tiempo tan únicos, somos reflejo y diferencia. Somos tan análogos y disímiles. Jugamos a cambiar de caminos de situaciones de hechos, pero al final seguimos la misma ruta, intentamos vernos en la mirada ajena del mismo modo siempre, aunque los ojos sean otros. Y no nos damos cuenta de lo que nos perdemos detrás de las tinieblas, perdemos la vista lentamente y la capacidad para recordar nuestra imagen en otros ojos. Has olvidado tu imagen en mis ojos y la mía en los tuyos, o quizá no, pero andamos uno frente al otro con los ojos cerrados. Y él y ella y ellos, todos con la mirada nublada pretenden ser felices sin verse de frente. La imagen no se pierde, se opaca; pero el tiempo puede hacernos creer que somos eso conglomerado y tan común como los hechos.
Comentarios
Publicar un comentario