Espero, imagino que no piensas mucho en mí, estás a punto de dormir y no sabes que te espero. Ya me puse mis zapatos y no hago nada más que jugar con una pulsera. Siento que tengo muchas cosas que decirte, pero no sé cuáles son, no ahora, creo que al verte me iré acordando de ellas. Y cada que me acerco a otros y les cuento estas cosas, siento que no les estoy hablando ni que ellos me están escuchando, sino pienso que te estoy buscando a ti entre toda esa palabrería.
Ya me curé ¿sabes? Estoy feliz y sana, un poco sola tal vez pero como te dije, por momentos siento que te encuentro a través de los demás. Y sé que estás muy lejos y sé que amas a muchas otras mujeres, mujeres extraordinarias probablemente, y eso está bien pero te extraño. Me haces falta aunque nunca estuvimos realmente juntos.
Hecho de menos poder compartir mis miedos irracionales contigo sin que te rieras de ellos. Extraño poder encontrarte a cualquier hora, especialmente en la madrugada sólo para decirte que odiaba no poder dormir o escuchar al sonámbulo de mi vecino. Nunca nos amamos es cierto, pero nunca supimos amar realmente. Siempre estuvimos demasiado tristes para poder ver más allá de nosotros mismos. Sabíamos querernos a través del cuerpo, y tras agotarnos no podíamos volver a unirnos, agobiados por nuestra melancolía.
También te busco desde otros labios, desde otro universo y otras manos. Te he buscado tanto que he decidido esperarte con los zapatos puestos, la bolsa lista y bien peinada. Algún día llegarás, lo sé y me dirás que me estabas buscando sólo para decirme que tú también te has curado.
No lo había leído, qué bueno esta. Y si ya llegará.
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