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"La Maga no sabía que mis besos eran como ojos que empezaban
a abrirse más allá de ella, y que yo andaba como salido, volcado en
otra figura del mundo, piloto vertiginoso en una proa negra que
cortaba el agua del tiempo y la negaba." J.Cortázar, Rayuela


Llovía o tal vez no, es difícil recordarlo. Mi sangre era vino y mis ideas flotaban junto con mi razón. Recuerdo que me movía de conversación en conversación sin encontrar nada interesante y que el vino jugaba con mi libido y que yo estaba buscando y que todo me parecía una nube. Y sé que los sentía a todos como extraños y que esperaba el momento ideal para salir corriendo de tanto mundo desconocido, y salir de mí y huir de esto y del vino. Hubiera querido encontrarte en ese entonces, que me tomaras de la mano, que me llevaras con un paso decidido donde quisieras, un lugar que fuera tuyo, para que pudiera luego volver a mi misma y verte de nuevo.
Fuga, siempre la misma historia, la misma angustia que se repite día tras día, la angustia de quedarme en el limbo y que nunca nada pase. Miedo irremediable a la existencia misma, el peso inevitable de ser yo y de no encontrar una salida. Miedo de ser yo y no poder reconocerme.
Y quería verte y quería quebrarme entre tus manos, quebrarme con un beso, desaparecer por completo aunque fuera por un instante, sólo para evitar el vacío, pasar junto a la angustia y dejarla para otro día.
Pero tuve que conformarme con el paso del tiempo, la llegada del sueño, mi cama y esas cosas que pasan diario.

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