Creo que hace mucho alguien me contó un secreto muy grande y poderoso, un secreto que todos los días intento recordar, pero por mi poca experiencia tanto en la vida como con las palabras no consigo recordar. A veces siento que se muestra ante mí disfrazado de fantasma y tengo miedo. No puedo decirte qué es, sino ya no sería un secreto.
Esa persona me dijo muchas otras cosas, muchas inútiles sin las cuales tampoco podría vivir. Me dijo que antes de dormir es indispensable sonreír un poco y soltar una que otra lágrima. Me contó de los males de amores pero no de los “bienes”. Habló de la infinidad de besos que existen. Me mostró la fuerza destructora de los torbellinos. La importancia del tono de la voz. El sonido de la tristeza, el ruido mudo de la felicidad.
Recuerdo que llevaba un manto de estrellas negras, que sus ideas nunca parecían claras, que me hablaba muy suave como si temiera despertarme de un sueño maravilloso. Yo era bonita, pequeña y feliz; todo lo que sabía era claro y bello, mis palabras eran transparentes, mis sentimientos como gotas de agua, corrían libremente sin pena. Y no puedo decir que me siento realmente distinta, excepto por esa extraña sensación de poseer un secreto.
Comentaría, pero ya no sería secreto.
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