Tan caótica, siempre ruidosa. Mi casa es un refugio de la calle y del polvo de esta cuidad creciente. Insaciable, crea nuevos edificios en cada esquina. Se llena de imperfecciones, intenta esconder su identidad. Vuelvo a ella, con el corazón conteniendo su palpitar, el estómago retorciéndose, buscando las señales que solían hacer sentido. Tengo miedo, miedo de que toda referencia haya cambiado. Siento ansiedad de descubrir que la ciudad aparece como otra, que sus laberintos se revelan de otro modo, que debo volver a hacerme una idea de todo. Tiemblo, como la hoja de un árbol. Soy una mariposa diminuta, perdida, pero consciente del lugar que habita.
Sigo buscando el principio de mi historia.