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Mostrando entradas de abril, 2014

De Kenia a París

Hoy estuve en Montmartre, ahí soy un ente sumergido en un mar de gente. Los bomberos intentaban abrirse camino entre los turistas y este no fue un sábado cualquiera. Pero ningún día antes que este ha sido un día cualquiera, cada uno implica un grado de aceptación, de entendimiento y transformación. La distancia me ha regalado una nueva perspectiva sobre todas las cosas que podía afirmar con tanta seguridad hace uno, dos, tres o cinco años. Aquí soy una extranjera, pero de donde vengo también lo era. Alguna vez un amigo me dijo que éramos ciudadanos del mundo y lo seguimos siendo. Es así que no puedo evitar quedarme viendo a todos los que están fuera del cuadro, los que no son considerados parisinos y quienes probablemente no se consideren tales (por esa u otras razones). Quizá por eso se acercan a mí y nunca sé qué hacer si evitarlos o ser amable y saludarlos sencillamente. De costumbre están en los sitios turísticos, que no frecuento a menudo, primero porque me aturde la gente ...

De ciudades y continentes

De este lado del mundo cuando salgo un poco de la ciudad o llego a sus límites me encuentro con castillos, cuando antes me topaba con pirámides, una especie diferente de edificio dedicado a la nobleza. También aquí el sol no ilumina igual, me parece menos amarillo o su luz menos vibrante pero no por eso menos caluroso. La gente bajo el sol se llena de cierta alegría en estos rumbos, una alegría que por haber siempre vivido cerca del ecuador llevo en mi espíritu. Los colores me parecen casi pasteles, menos atrevidos, más discretos y hasta cubiertos de cierta elegancia. Con sus callejuelas París es romántico y agobiante, es como pasear en las calles estrechas de Guanajuato pero con gente siempre apresurada y agobiada por los deberes y tiempos de la ciudad. Las grandes avenidas dan la impresión de que en realidad todo va muy bien en la ciudad e incluso en el país. Es decir, ¿si hay castillos y jardines tan bellos qué tan mal pueden estar las cosas? ¡Pero qué ingenuidad la mía! La his...