Voy al cuarto sabiendo que algo en el camino podría desviarme, nada está en su lugar pero al mismo tiempo no creo que las cosas tengan un lugar en absoluto. Veo dos pájaros a través de la ventana cortejando una hembra, pero no los estoy viendo, se presentan ante mí como las huellas de polvo sobre los muebles que aún no he limpiado. Veo el collar turquesa que dejé sobre la cómoda, veo el collar y las cosas que se me presentan sin que las busque, sin que desee verlas. Cuando me dirijo hacia la cómoda me dirijo hacia una serie de lugares que no tenía planeados, los lugares, así como los instantes se muestran ante mí. Me pongo el collar y siento mi piel suave y fría. Mi piel se queda con la sensación de mis manos como si no la dejaran de tocar. Mi cuello se ha vuelto en la parte más sensible de mi cuerpo, no siento el agua fría que corre por mis manos, ni huelo el arroz que se quema. El mundo se ha cerrado y no siento nada más que el recuerdo de mis manos al ponerme el collar. Vue...
Sigo buscando el principio de mi historia.