Hoy me desperté creyendo que era la misma de ayer, me senté al borde de la cama y el sol ya me daba en la cara. Puse mis pies en el suelo frío y con el cuerpo medio dormido intenté levantarme. Mis piernas no quisieron hacer nada por mí, me quedé sentada, con la mirada perdida pensando que después de todo no sería extraño ser otra hoy de la que fui ayer. Recuerdo que me costaba trabajo mantenerme de pie, y que no había lugar donde sentarse. Las cosas se veían con una luz casi café y la gente era gris. Me veían como se ve un árbol descuidado, sin verme. Hubiera querido sentarme, pero no había lugar, estaban todos tan bien acomodados, el brazo en el descansabrazos, la mano entretenida con un vaso o un cigarro; las mujeres cruzaban las piernas, los hombres cambiaban de postura según se acercara o distanciara la mujer. Quería caminar pero mis piernas habían decidido dejarme allí plantada en el centro de la habitación. Todo pasaba lentamente, la casa no era ya una casa, no estaba en ningún l...
Sigo buscando el principio de mi historia.